Si vivimos en una ciudad, probablemente no le damos mucha importancia a cómo el agua que usamos llega a nuestra casa, tan sólo abrimos el grifo y la tenemos.
Pero, ¿y si vivimos a unos kilómetros de la ciudad? La imagen cambia. El suministro de agua aquí es independiente de la del vecino, y cada hogar tiene su propio pozo desde el cual sacar agua. Es más, cada hogar tiene su propio sistema electromecánico para conseguir transportar el agua desde el pozo a la casa. En el corazón de cada sistema hay una bomba, y los tipos más comunes son las bombas sumergibles.
La solución más eficaz es insertar la bomba en la parte inferior del pozo por lo que, en vez de levantar el agua, lo que hace la bomba es empujarla hacia arriba. Una bomba sumergible típica se caracteriza por tener una forma cilíndrica larga que encaja dentro del pozo. La mitad inferior está formada por un motor sellado que está conectado a la fuente de alimentación de sobrecarga y controlado por cables. La otra mitad de la bomba se compone de una serie apilada de impulsores, cada uno separado por un difusor, que conduce el agua a la red de tuberías.
En las instalaciones modernas, el pozo que se instala fuera del hogar se conecta al sistema de cañerías a través de una tubería que se extiende por debajo del suelo hasta el sótano tal como vemos en la imagen inferior. Esta tubería horizontal se une a la del pozo gracias a un conector llamado adaptador sin fosa, cuya función es permitir el acceso a la tubería de la bomba y al pozo a través de la parte superior, al mismo tiempo que enruta el agua de la bomba al sistema de cañerías.
Las bombas sumergibles son conocidas por su fiabilidad y, a menudo, desempeñan sus funciones durante 20 ó 25 años. También, este tipo de bombas, se pueden utilizar en pozos poco profundos, aunque, en este caso, ingredientes como limo, arena, algas y otros contaminantes podrían acortar la vida de la bomba.